David B Gil

junio 23, 2022
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Categorías: Historia japonesa

Los tres grandes unificadores de Japón

Los 3 grandes unificadores de Japón

Dos factores coincidentes en el tiempo pusieron fin al caótico periodo japonés de los Estados en Guerra (1467-1568). Por una parte, la aparición de grandes daimios capaces de aglutinar el suficiente poder y territorios como para aspirar a gobernar sobre todo el país. Una ardua empresa que requería de visión, arrojo militar y habilidades políticas, y para la que fue necesaria la labor consecutiva de tres señores samuráis, cada uno de los cuales se apoyó en los logros conquistados por el anterior: Oda Nobunaga (1534-1582), Toyotomi Hideyoshi (1537-1598) y Tokugawa Ieyasu (1543-1616).

El segundo factor fue el descubrimiento mutuo de Japón y Occidente, que se produjo, en primera instancia, con la llegada de comerciantes portugueses a las islas en 1543, a lo que siguió el desembarco de los jesuitas españoles y portugueses en 1549. Estos, en su intento de comprender y evangelizar el país, tendieron los primeros puentes entre ambas civilizaciones.

 

Los 3 grandes unificadores de Japón

 

Fruto de esta confluencia de elementos surge un nuevo Estado moderno en Japón que sobrevivirá hasta la restauración Meiji. Pero no se hubiera llegado a ese punto sin la intervención de los tres líderes mencionados, tan diferentes en métodos como coincidentes en objetivos, pues la ambición de los tres era convertirse en el señor único de la tenka (término que hacía referencia a todo el territorio japonés y sus habitantes, y que derivaba del chino tianxia: «todo bajo el cielo»).

 

Oda Nobunaga (1534-1582)

El primero de ellos, sin cuyos logros los posteriores no hubieran podido alcanzar sus objetivos, fue Oda Nobunaga. Hijo de un samurái de provincias que había sabido aprovechar las oportunidades que ofrecía el turbulento periodo Sengoku, logrando ascender desde general al servicio de un modesto daimio a señor de sus propios dominios. Estos pasaron a Nobunaga tras la muerte del padre, después de una violenta disputa familiar en la que Nobunaga mató a uno de sus hermanos para consolidar su autoridad sobre el clan. Unos inicios que ya anticipaban el temperamento y la ambición que marcarían toda su carrera.

 

Los 3 grandes unificadores de Japón

 

En los años posteriores, Nobunaga lograría ampliar los territorios heredados hasta dominar toda la provincia de Owari en 1559. En 1567 consolidó la conquista de la gran provincia de Mino, y un año después irrumpió en Kioto con la excusa de defender los intereses del shogun Ashikaga Yoshiaki, cuya posición se veía comprometida por la enésima disputa interna en el debilitado shogunato. Pronto se pusieron de manifiesto las verdaderas intenciones de Nobunaga, pues este comenzó a adoptar decisiones de gobierno al margen de la voluntad del shogun, erigiéndose, de facto, en el auténtico señor de la tenka.

La carrera de Nobunaga por la unificación de Japón se truncó cuando se hallaba en la cúspide de su poder, con su objetivo al alcance de la mano. En junio de 1582, cuando se alojaba en el monasterio Honno-ji, a las afueras de Kioto, Oda fue traicionado por uno de sus principales generales: Akechi Mitsuhide. Este aprovechó la relativa desprotección de su señor para rodear el monasterio y asaltarlo con su ejército. Hay muchas conjeturas en torno al propio asalto y las motivaciones de la traición de Akechi. Solo se sabe a ciencia cierta que Oda Nobunaga murió durante el incidente de Honno-ji, cuando controlaba aproximadamente un tercio del país.

Tras la muerte de Nobunaga, sus generales se lanzaron a la caza de Akechi Mitsuhide y su ejército, pues castigar al traidor significaba posicionarse con ventaja como sucesor de Oda. Toyotomi Hideyoshi logró dar con Akechi un par de semanas después, derrotándolo y dándole muerte en la batalla de Yamazaki (1582). Se aseguraba así la lealtad y obediencia del resto de generales de Oda y de los hijos de este.

 

Toyotomi Hideyoshi (1537-1598)

Hashiba, como se le conocía en sus inicios, era hijo de una humilde familia de samuráis rurales que, según algunos biógrafos, entró al servicio de Nobunaga como su portador de sandalias. Fue su habilidad política y su talento estratégico lo que le permitió ascender hasta convertirse en uno de los principales generales del clan Oda.

Tras erigirse como heredero de Oda Nobunaga, Toyotomi demostró una vez más su pericia como estratega y logró ampliar en poco tiempo los territorios unificados por su antiguo señor. En 1585, siendo ya de forma indiscutible el daimio más poderoso del país, fue nombrado kanpaku por la corte imperial; un viejo título aristocrático que el emperador otorgaba tradicionalmente a su jefe de gobierno. El nombramiento como kanpaku fue un recurso para eludir la proclamación de Toyotomi como shogun, título que hubiera resultado más exacto, pero que resultaba inconveniente dados los humildes orígenes de Hideyoshi.

 

Los 3 grandes unificadores de Japón

 

Toyotomi, en cualquier caso, quería dejar claro que su supremacía era absoluta y su poder hereditario, de modo que en 1591 cedió el cargo de kanpaku a su, por aquel entonces, sucesor: su sobrino Hidetsugu. Él paso a ser el taiko, título honorífico que recibía el kanpaku retirado. Por supuesto, nos hallamos ante el enésimo ejemplo en la historia de Japón de cómo el poder real se ejercía desde las sombras, mientras que la cabeza visible del gobierno pasaba a ostentar un poder simbólico.

Durante estos años, Hideyoshi continuó con su campaña expansionista, sometiendo a los siempre difíciles territorios periféricos, como la península de Kii o las grandes islas de Shikoku y Kyūshū​. En 1590 completó su campaña al derrotar al clan Hōjō, dominadores de la región de Kanto. Culminaba así la labor iniciada por Oda Nobunaga y lograba unificar todo el país bajo un solo mando.

 

Tokugawa Ieyasu (1543-1616)

Ieyasu se crio en el seno del clan Imagawa como rehén en el exilio, entregado por su familia paterna (el clan Matsudaira) para sellar una alianza con la poderosa familia que gobernaba Mikawa. Cuando los Imagawa fueron derrotados por Oda Nobunaga, Ieyasu quedó libre y en buenos términos con Nobunaga. Con el tiempo, el joven heredero de los Matsudaira consiguió unificar las distintas ramas familiares bajo su mando y gobernar sobre toda la provincia de Mikawa, lo que le convirtió en uno de los principales aliados de Oda Nobunaga en la región.

 

Los 3 grandes unificadores de Japón

 

Pese a su estrecha relación con Nobunaga, y estar bien posicionado como sucesor de este a su muerte, debió rendir obediencia a Toyotomi Hideyoshi después de que este se adelantara a la hora de castigar al responsable de la muerte de Oda.

Hideyoshi, consciente de la astucia política y la capacidad de liderazgo de Ieyasu, prefirió desarraigarlo de su provincia natal, donde tenía el apoyo de su clan familiar, y concederle el gobierno de la región de Kantō, al este del país. Ieyasu estableció su centro de poder en Edo, una pequeña aldea costera que, sin embargo, se encontraba estratégicamente ubicada. La hábil gestión del líder de los Tokugawa hizo que Edo se convirtiera en el principal núcleo económico y comercial del este del país, hasta el punto de rivalizar en extensión y población con grandes capitales como Kioto u Osaka. Con el tiempo acabaría transformándose en la gran metrópolis del país, precursora de la actual Tokio.

A la muerte de Hideyoshi en 1598, su hijo y heredero, Hideyori, contaba tan solo cinco años, lo que provocó un vacío de poder. Era la oportunidad que Ieyasu había esperado: se negó a reconocer el derecho de Hideyori a suceder a su padre y encabezó una alianza de los clanes del Este, históricamente agraviados por aquellos clanes próximos a Kioto, siempre más favorecidos por los núcleos de poder. El país terminó por dividirse en dos bandos: el del Oeste, que defendía el derecho sucesorio de Toyotomi Hideyori, y el del Este, encabezado por el propio Tokugawa Ieyasu.

 

La guerra entre las facciones Este y Oeste

La guerra entre la facción del Este y la del Oeste continúa teniendo gran impacto en la cultura popular

 

El conflicto se dirimió en Sekigahara (1600), donde tuvo lugar la batalla campal más grande de la historia de Japón. Tokugawa Ieyasu logró imponerse al ejército del Oeste, convirtiéndose en el segundo daimio que conseguía unificar todo el país bajo su mando. Una posición de dominio que fue ratificada tres años más tardes al recibir el título de shogun de manos del emperador. Daba comienzo así el periodo Edo (1603-1868), la etapa de paz más larga de la historia del país, marcada por el gobierno absolutista de los shogunes Tokugawa.

 


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