El Obon japonés y el regresar del infierno, una leyenda india con mucha historia

Obon festival japonés

Cuidado con el karma. Pues sí.

El deseo de perdurar eternamente en un estrato celestial junto a los antepasados era la esperanza que depositaban en el más allá los guerreros arios, desde mucho antes del principio de nuestra era. Los ancestros eran venerados y el reclamado ritual védico era patrocinado por estos como el único karma eficiente. ¿El karma, dices? Pero eso no es lo que yo había entendido. Ya. La connotación ética como concepto del karma fue una de las patentes del buddha Gautama (una revisión completa de esto en el pensamiento indio, da para unas cuantas ‘reencarnaciones’ estudiándolo, por lo que a quien tenga más interés le recomiendo leer Bronkhorst, 2011; aunque aviso, ello no ayudará a solventar las deudas kármicas).

El renacimiento (rinnetenshō 輪廻転生) y la posterior idea de la retribución kármica, en origen externas al pensamiento budista, fueron tan influyentes que pasaron también a formar parte de las religiones ascéticas indias, entre las que surgió el budismo. El buddha Gautama enseñaba: ‘Tú eres tu karma’. Vamos que, para él, la parte externa―lo que el supuestamente ‘universo’ nos de/vuelva correspondientemente, para mantener el orden cósmico― no tenía gran interés. Para el buddha Gautama lo más importante era ‘(re)nacer’, durante la vida presente, renacer por última vez’ como buddha. Él no era completamente determinista, ni tampoco aceptaba los acontecimientos aleatorios. Posteriormente se dispusieron diferentes teorías sobre los niveles del renacimiento basadas en su interpretación ética del karma. Aunque como veremos aquí brevemente, lo de convertirse en un buddha por uno mismo, fue una idea que nunca caló del todo en Japón.

Sobre los seis estratos del renacimiento (del budismo)

Desde un punto de vista catequético, su mensaje ético (el Óctuple Sendero), fue estructurado en seis diferentes mundos (rokudō六道), los cuales se introdujeron para exponer los diferentes estados por los que atraviesa la existencia (lo que llamábamos ‘Matrix’, ¿recordáis?).

estratos del renacimiento (budismo)

Imagen creada por el autor 

No en un sentido metafórico, sino real, el pavor que causaba la posibilidad de descender a los inframundos (los tres estratos inferiores) tuvo un gran impacto en la sociedad medieval japonesa. Aquellos que son enviados allí deben sufrir incesantes castigos y torturas, casi infinitos, renaciendo una y otra vez allí. En el budismo, la transitoriedad de los fenómenos es la premisa central, por lo que ¿cuál podría ser el karma para redimirse de los infiernos? Pues en principio, resiliencia (ninniku 忍辱) (Sí se dice igual que ‘ajo’ en japonés, ya tenéis para haceros una historieta. Seguro que así no os olvidáis).

Diferentes tipos de infiernos

Hay diferentes variaciones sobre los tipos de inframundos (jigoku 地獄), sus subdivisiones y, además, el tiempo que se ha de soportar tales penurias. Tanto, que da vértigo y causa estragos solamente con imaginarlo. La explicación que los clasifica como los ‘Ocho Infiernos de Fuego’ (hachinetsu-jigoku八熱地獄), ordena su hediondez de menor a mayor, en orden descendente del siguiente modo:

ocho infiernos de fuego

Fragmento del pergamino Shamon-jigoku-zōshi

Fragmento del pergamino Shamon-jigoku-zōshi 沙門地獄草子部分
Patrimonio Importante de Japón (Museo Nacional de Nara)

Ahora, los colores y apariencia fantasmagórico de este tipo de pergaminos nos cautivan. Aunque entonces no hacían ninguna gracia. Sobre todo, al pueblo llano que no tenía el mismo acceso a la que se instauró como la más poderosa ‘medicina’: el budismo. Progresivamente, entrados en el período Kamakura (aprox. s.XII) sobre todo, ciertos monjes comenzaron a promulgar creencias budistas como medio de salvación. Entre ellas, una de las más populares fue la que narraba al bodhisattva Jizō 地蔵菩薩 como salvador de los infiernos. El infierno no estaba tan lejos. Por ello, en Japón, las historias y los caminos están igualmente repletos de la presencia protectora de esta deidad.

El salvador de los infiernos y su relación con el O-bon japonés

La figura del bodhisattva Jizō proviene de una historia que pasó a ser legendaria. El relato en que se narra que Maudgalyāyana (discípulo directo del buddha Gautama) descendió hasta el inframundo para socorrer a su madre, que había sido convertida en un espíritu hambriento (gaki 餓鬼). Este tipo de ‘zombis’ (como yo los suelo mencionar) pertenecen al mundo conocido en lenguaje pāli como petaloka. Este término está emparentado etimológicamente con el vocablo que hacía referencia en las creencias de la ideología védica (antes de nuestra era en la antigua India), en las que se rogaba para que las almas de los ancestros (los ‘padres’, pitara en sánscrito), descansasen en paz, o protegieran a su linaje. La cuestión es que esta historia tuvo gran repercusión entre los traductores al chino clásico, primero por lo que implicaba como narrativa inspiradora para ser salvado del infierno (incluso en esta vida) y segundo porque en la antigua China también había una gran profusión por el culto a los ancestros. Así, la imagen de que el bodhisattva Jizō no dudaba en ir al rescate de los que ponían fe en él, se extendió por Asia oriental, junto con el avance del budismo Mahāyāna.

Fragmento del Yatajizōengi

Fragmento del Yatajizōengi矢田地蔵縁起部分 (Museo Nacional de Nara)

Según el calendario actual, la festividad del O-bon (お盆) japonés se celebra del 13 al 15 de agosto. Durante estos días se guía a los espíritus de los difuntos, los ancestros, con bonitos farolillos para que regresen al hogar familiar. Se les ofrecen sus alimentos favoritos (o-sonaemono お供え物) en los altares budistas, no sólo tratando de recordarlos, sino porque se tiene tal esperanza. Esto nos muestra varios aspectos que son merecedores de reflexión para entender la transformación del pensamiento budista y, por tanto, gran parte de lo que es Asia:


 1) Al igual que en la historia del monje Maudgalyāyana (sobre este relato léase García, 2022), el concepto de transferencia de méritos (ekō 廻向) (utilizar el karma propio como medio para inducir una consecuencia positiva en otra persona) desempeña un papel clave.

 2) Superar la desdicha de caer en los infiernos o evitarla, pasó a depender no de las acciones propias, sino de que esas acciones fueran el karma adecuado, las prácticas rituales mediante las que se cree que es posible realizar la transferencia de méritos.

Festival de los farolillos de Yamaguchi

Festival de los farolillos de Yamaguchi (Japón) Villamor (2020: 83)

Conclusión

Los japoneses, desde hace siglos, no hacen gran diferencia entre buddha y bodhisattva. Les da(ba) un poco lo mismo quién sea, con tal de ser salvados. En la literatura japonesa antigua, el término buddha (hotoke仏) avala nuestro argumento, ya que se emplea genéricamente para describir cualquier clase de figura budista (incluso sus representaciones escultóricas, que no se suelen mover). Lo cual cerciora la teoría de que su vida era un auténtico infierno, aunque algo más ‘sufrible’ (sino no se hubieran explayado tanto en las descripciones de los infiernos, digo yo). En resumen, el budismo en Japón (salvo algunas excepciones como las ramas zen), dejó de plantearse como medio de (auto)liberación. La transferencia de méritos atrajo el interés primordial. Implorar por la salvación se convirtió en el remedio para exonerarse de lo inefable. La reversibilidad del sufrimiento (por uno mismo), el mensaje principal del buddha Gautama, ya se había difuminado. La festividad del O-bon nos recuerda todo esto pero, sobre todo, la necesidad y también anhelo de venerar correctamente a los ancestros para así conseguir convertirlos en deidades benefactoras de los intereses propios.

En conclusión, en general, en Japón, convertirse en un buddha (jōbutsu 成仏) hace referencia a aquellos que se han marchado al más allá, no que han logrado salir de las redes de la existencia, ya que se espera que vuelvan cuando se ruega su respaldo. Si mediante las prácticas rituales budistas (diferentes ceremonias póstumas y ofrendas diarias) se consigue cumplir tal objetivo, este propósito (la transferencia de méritos) tiene éxito y se los pasa a considerar ‘hotoke-sama仏様. En las fechas del O-bon se festeja, precisamente por ello, que estos regresen. Esta festividad nos habla más de lo que pudiera parecer de la manera en la que se asimiló la que fuera la mayor esperanza en la ideología védica (lo he mencionado al principio). Recordando y realizándoles la liturgia debida a los que se han ido a, no sabemos qué más allá, se espera que ellos tampoco nos olviden. Con esto, no solamente se cierra el círculo de influencias mutuas, sino que, además, de ese modo, mantienen su esperanza en esta existencia, y en las que hayan de venir. 

 

Bibliografía (muy) recomendada

Bronkhorst, J. (2011). Karma. Honolulu: University of Hawaii Press.

García, R. E. (2022). ‘El sūtra de la sección de los infiernos’ (Naraka parivartanāmasūtra). Traducción del primer capítulo de la obra budista Mahāvastu. Nova Tellus, 40(1), pp. 209-240.

Villamor, E. (2020) Yamaguchi. Descubre el Japón desconocido. Gijón: Satori Ediciones.

Villamor, E. (2022) Fábulas budistas: veinte jātakas. Gijón: Satori Ediciones.

 

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