La literatura japonesa, diversa y rica en géneros, temas y contextos ha despertado la curiosidad y la pasión fuera de las fronteras de Japón. Las principales figuras de las letras japonesas se han vuelto hoy en día muy populares entre los occidentales. Nombres como Murakami Haruki (Tokio Blues) o Kawakami Mieko (Pechos y huevos) se han hecho habituales en los escaparates de las librerías de todo el mundo.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de literatura japonesa? ¿Crees conocer la literatura japonesa porque lees a Murakami? Él mismo ha confesado no ser un gran entendido en la literatura de su propio país, debido a que se aburría irremediablemente con los libros que le hacían leer en la escuela. Murakami asegura que no comenzó a leer novela japonesa, “con ganas”, hasta cumplidos ya los treinta años. Por lo tanto, tal vez sus novelas, aunque excelentes, no sean exactamente el mejor ejemplo de lo que es la literatura japonesa.
Este artículo explora las raíces de la literatura japonesa para descubrir sus características principales. Durante este recorrido por la historia de la literatura japonesa vamos a rememorar a tres de sus escritores clásicos. El objetivo va a ser buscar una respuesta a la pregunta: ¿de qué hablamos cuando hablamos de literatura japonesa?
Índice de contenidos
Breve historia de la literatura japonesa
El historiador y profesor de literatura japonesa Donald Keene asegura que la historia de la literatura escrita en japonés es tan antigua como la inglesa. Keene divide la historia de la literatura japonesa en los siguientes periodos:
1- Antiguo
2- Heian
3- Kamakura
4- Muromachi
5- Tokugawa
6- Literatura japonesa moderna (Meiji, Taisho, Showa, Heisei, Reiwa)
Periodo Antiguo (hasta 794 d. C.)
El libro más antiguo que se conserva de la literatura japonesa es el Kojiji (Registro de asuntos antiguos) el cual data del año 712 d.C. Sin embargo, existe evidencia de que antes de esta fecha ya hubo tanto recopilaciones de escritos en japonés, como una considerable cantidad de canciones y leyendas propiamente japonesas que se transmitieron oralmente. Junto al Kojiji el Man´yōshū (Colección de diez mil hojas) es otra obra destacada del periodo antiguo y actualmente las dos son consideradas literatura japonesa pura.
Heian (794-1185)
En el periodo Heian (794-1185), según Keene, el budismo empieza a influir en mayor o menor medida en la literatura japonesa. Keene habla del escritor Kino Tsurayuki como representativo de este periodo y es que su Diario de Tosa, es considerado el primer ejemplo de lo que más tarde se conocería en Japón como “el diario literario”. Los escritos en prosa que se conservan de este periodo los divide Keene en dos tipos: cuentos de hadas derivados de leyendas procedentes de Japón, China e India y los cuentos-poema, caracterizados por tratar temas más realistas. En algún momento de este periodo Heian ambos tipos se fundieron en uno solo. Fue el momento histórico cuando Murasaki Shikibu escribió el Genji monogatari, calificada de obra maestra de la literatura japonesa por Donald Keene entre otros.
Kamakura (1185-1333)
Los estudiosos de la historia de la literatura japonesa coinciden en señalar que el periodo Kamakura destaca por su narrativa de la destrucción y el desastre. De este periodo datan relatos bélicos como el Heike monogatari, con descripciones de guerreros en magníficas armaduras cabalgando hacia la batalla. Estos relatos acostumbraban a versar sobre la muerte y la vida solitaria en la montaña. Si lo deseas puedes leer más sobre la literatura japonesa bélica y de samurais en el artículo El samurai en el manga y la literatura.
Muromachi (1333-1600)
La característica más sobresaliente de la literatura japonesa del periodo Muromachi es la poesía enlazada, una muestra representativa es el poema Tres poetas en Minase. Data de poco después de la rebelión de Ōnin (1467-1477) que dejó Kyoto devastada. El ánimo del poema va cambiando según va enlazando de un poeta a otro, cada uno de ellos toma los pensamientos del anterior, pero prevalecen las sensaciones de soledad y dolor.
Masukagami (El espejo claro) se menciona como uno de los más importantes ejemplos de relato romántico de este periodo histórico. Destacan también en el periodo Muromachi las obras para teatro Nō con temas centrados en el mundo de los muertos y lo fantasmagórico, en contraste con los “entremeses” o comedias cortas tipo Kyōgen, donde se parodiaba la tragedia representada en el Nō.
Tokugawa (1600-1868)
El restablecimiento de la paz durante el periodo Tokugawa no conllevó un aluvión de obras literarias. En general, las obras de este periodo reemplazaron a la figura protagonista del guerrero, tan presente en la literatura del periodo Kamakura, por la figura del mercader. De este periodo data el poeta Matsuo Basho (1644-1694) a quien se le considera una de las figuras claves de la literatura japonesa.
Literatura japonesa moderna
Las obras escritas desde 1868 hasta nuestros días se agrupan bajo el denominador común de literatura japonesa moderna. Por lo tanto, este periodo abarca toda la producción literaria de las eras: Meiji (1868-1912), Taisho (1912-1926), Showa (1926-1989), Heisei (1989-2019), y la actual Reiwa.
La literatura de la era Meiji no es de ninguna manera uniforme, sino, por el contrario, bastante diversa y se vio fuertemente influenciada por la literatura occidental. Destacó el denominado Naturalismo japonés (shizenshugi, 自然主義) que dominó el panorama literario hasta 1910. Sin relación alguna con el naturalismo, pero, desde luego sí hijo de la era Meiji, el escritor Natsume Sōseki, considerado uno de los pilares de la literatura japonesa clásica, publicó obras como Kokoro y Soy un gato, novelas que aún hoy en día se siguen leyendo con avidez.
El terremoto que sufrió la región de Kantō en 1923 fue un desastre que supuso la interrupción de la vida metropolitana para muchos japoneses e, indudablemente afectó a la literatura del momento. Algunos especialistas señalan que fue en el periodo Taisho cuando comenzaron a erigirse las vanguardias literarias, aunque con un estilo japonés único. Fueron los años de iniciación de algunos de los grandes escritores clásicos de la literatura japonesa, cuyo talento ha sido reconocido internacionalmente. Autores como Akutagawa Ryūnosuke, cuyo relato Rashomon, fue llevado al cine en 1950 por el gran director Kurosawa Akira. O también el gran Kawabata Yasunari (Mil grullas, País de nieve, La casa de las bellas durmientes) que obtendría el Premio Nobel de literatura en 1968.
En su libro Manufacturing Modern Japan Literature (Fabricando la literatura japonesa moderna), el profesor Edward Mack examina el proceso de producción de la literatura japonesa desde finales del siglo XIX. Un proceso que fue propulsado por la industria editorial japonesa. Mack explica cómo, a la vez que el poder económico y cultural se consolidaba en Tokio, la élite literaria y editorial comenzó a dominar la diseminación y preservación de la literatura japonesa. Por ejemplo, mediante la recopilación de diversas obras en antologías de varios volúmenes a bajo precio. La creación de premios literarios, para galardonar las obras consideradas de valor cultural, ha ayudado también a diseminar y preservar la literatura. Con esta intención, en 1935 surgieron los premios bianuales Akutagawa, los cuales se han perfilado como los de mayor prestigio en Japón.
“ ‘El arte para la vida’ es la peculiaridad de la literatura japonesa de evitar ‘lo lógico, abstracto y sistemático’ en favor de ‘lo concreto, emocional y vital’.” |
Algunas características de la literatura japonesa
El profesor Nobuaki Ushijima, en su comparación de la literatura japonesa con la literatura española, destaca cuatro aspectos fundamentales que caracterizan a las letras japonesas y que, curiosamente, también están presentes en la literatura española, aunque no así en otras literaturas del mundo:
1- El arte para la vida
2- Continuidad
3- Capacidad de asimilación
4- Parquedad de recursos
El arte para la vida
En contraposición a la máxima de “El arte por el arte”, en el sentido de entender que el arte tiene un fin en sí mismo sin necesidad de añadirle otra finalidad u objetivo, Nobuaki se refiere con “el arte para la vida” a la particuliaridad de la literatura japonesa de evitar “lo lógico, abstracto y sistemático” en favor de “lo concreto, emocional y vital”, ateniéndose siempre a la escena particular de la vida. Es decir, el arte al servicio de la vida. Donald Keene apunta en este sentido al desarrollo de géneros típicamente japoneses, como son: el diario, los relatos de viajes y también al Zuihitsu o “seguir el pincel o la pluma”. Todos estos géneros a juicio de Nobuaki carecen en cierto modo de “forma”, pero no de arte.
Continuidad
La continuidad en la literatura japonesa, de la que habla el profesor Nobuaki, es la coexistencia de estilos y géneros antiguos con los nuevos que van apareciendo con los años. Representativo de esta característica es la celebración del Utakai hajime o fiesta de lectura de poesía Waka, que data de los orígenes de la literatura japonesa en el periodo antiguo. La poesía Waka es un tipo de estrofa compuesta por 31 sílabas que se distribuyen en versos de 5, 7, 5, 7, 7 sílabas. Esta característica distingue a una sociedad como la japonesa, extremadamente conservadora por una parte y al mismo tiempo con un gran interés por todo lo nuevo.
Capacidad de asimilación
Algunos dicen que los japoneses son imitadores, en un sentido peyorativo. Por el contrario, el profesor Nobuaki defiende que imitar es importante y califica a la cultura japonesa de “asimiladora” de lo foráneo, lo cual es diferente que simplemente imitar. A lo largo de los siglos, Japón ha ido aceptando muchos elementos culturales extranjeros, a los cuales se les ha ido añadiendo el sabor japonés. En otras palabras, se les ha ido “japonizando”.
“En japonés comenzamos pintando las hojas, después las ramas y finalmente el tronco.” |
Parquedad de recursos
El gran escritor Tanizaki Jun´ichiro dijo que “el idioma japonés no está hecho para la elocuencia”, se refería a que el japonés es un idioma parco en palabras. Nobuaki dice: “en japonés, comenzamos pintando las hojas, después las ramas y finalmente el tronco”. Con estas palabras alude a la estructura gramatical japonesa. Además, según Nobuaki, esta estructura gramatical se ajusta mucho a cada escena particular de la vida cotidiana: cada frase está hecha para ser entendida en el momento y contexto en que se pronuncia. Evidentemente, estas características gramaticales de la lengua japonesa influyen en su literatura.
Tres autores clásicos y su influencia en la literatura japonesa
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Natsume Soseki (1867-1916)
Es uno de los escritores del periodo Meiji que más ha influido en la literatura japonesa. Fue un intelectual muy versátil: talentoso escritor de haiku, artista de la caligrafía, pintor tradicional, erudito en la literatura inglesa del s. XVIII y un refinado creador de poesía china. Se dice que Natsume Soseki fue “el ideal de intelectual humanista de la era Meiji”. En sus comienzos publicó relatos cómico-satíricos, un estilo humorístico que es palpable en su novela Soy un gato, donde la burguesía japonesa de principios del s. XX es analizada por la mirada satírica de un gato.
El académico Etō Jun explica que Natsume, al igual que otros escritores japoneses de la era Meiji, tenía gran preocupación por la excesiva atención que “el hombre moderno” prestaba a su ego personal, o “autoafirmación”, en perjuicio de los valores transcendentales. En este sentido, Etō Jun considera a Natsume Soseki como uno de los intelectuales que mejor representa la lucha interna a la hora de describir la ética del autocontrol. Según los especialistas, Natsume Soseki escribió su novela Kokoro para dejar claro que estaba del lado del “fantasma de la ética tradicional” es decir, la ética del autocontrol estoico, incluso siendo consciente, dice Etō Jun, de que el completo sistema de valores del periodo Meiji había caído hacía tiempo ya.
De lectura obligada en las escuelas japonesas, la popularidad de este clásico de la literatura japonesa no ha flaqueado desde que falleciera en 1916. Hoy en día, sus trece novelas, algunos de sus ensayos y sus historias cortas encuentran constantemente nuevos lectores.
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Tanizaki Jun´ichiro (1886-1965)
Otro clásico de las letras japonesas, considerado por muchos la “piedra angular de la novela japonesa contemporánea”. Tanizaki Jun´ichiro ha jugado indudablemente un papel fundamental en el cruce cultural y artístico entre oriente y occidente del s. XX. En 1948 ganó el premio Asahi, en 1949 recibió la Orden de la cultura (establecida por el gobierno japonés para honrar a aquellos que han hecho contribuciones sobresalientes a la cultura japonesa) y en 1964 fue nombrado miembro honorario de la academia estadounidense de las artes y las letras, en ese mismo año fue nominado para el premio nobel de literatura.
Aunque a Tanizaki se le conoce principalmente por sus novelas de postguerra, como La llave o Diario de un viejo loco, comenzó a escribir en 1909 y fue, además de novelista, un prolífico dramaturgo, ensayista, poeta y productor cinematográfico. Su reputación es “mixta”, por una parte, ha recibido elogios y galardones, dada su contribución a la cultura y literatura japonesas, de hecho, en 1965 se instituyó un prestigioso premio literario anual que lleva su nombre. Por otra parte, un sector de la crítica literaria japonesa se ha expresado de forma ambivalente en relación a su obra, fundamentalmente por sus temáticas abiertamente sexuales, como el sado-masoquismo, el incesto o las fantasías eróticas de un hombre anciano. Un sector de la crítica considera a Tanizaki un escritor japonés decadente al estilo de Edgar Alan Poe u Oscar Wilde en la literatura anglosajona.
Durante su carrera, Tanizaki pasó por la fase “Nihon kaiki” o “regreso a Japón”, que podría definirse como un renovado entusiasmo por lo tradicional japonés. Entonces sus obras mostraron un desbordado interés por lo que él consideraba la “auténtica estética nativa”, con un rechazo de la menos auténtica y sí más occidentalizada cultura de masas. Su ensayo Elogio de la sombra es una buena muestra de la manera en que Tanizaki presentaba la perspectiva del arte japonés en contraste con la perspectiva occidental.
No obstante, una de las cualidades de Tanizaki fue precisamente su arte a la hora de combinar elementos artísticos y culturales tradicionales japoneses con los occidentales, de forma que se complementaran. Se dice que esta cualidad suya puede apreciarse claramente en su novela Las hermanas Makioka, que también se conoce con el título de Nieve fina.
Según el profesor Kinya Tsuruta, los personajes de las obras de Tanizaki suelen emprender la búsqueda del paraíso perdido, lo que revela un profundo sentido de “alienación”. Esta alienación, apunta Kinya Tsuruta es algo presente en muchas obras de la literatura japonesa moderna, que no hacen más que representar un fenómeno social, la soledad, resultado del proceso de individualización.
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Dazai Osamu (1909-1948)
La obra de Dazai Osamu ha sido elogiada por la manera perfecta en que captura las escenas de la postguerra. Su literatura refleja el mundo de un gran número de japoneses que, tras la Segunda Guerra Mundial, se vieron obligados a abandonar sus comunidades rurales estables y después, en la ciudad, no pudieron identificarse con ninguno de los nuevos modelos de vida moderna.
Según el profesor Shunsuki Tsuruma el sentimiento de no pertenecer a ningún grupo fue algo que también caracterizó a la mayoría de los japoneses de los años ochenta. Este hecho explicaría por qué Dazai consiguió un gran éxito cuarenta años después de haber publicado sus obras.
Para Shunsuki Tsuruma, la mayoría de las novelas y relatos de Dazai Osamu nacieron de un sentimiento que experimentó toda su vida, la “timidez” hajirai (恥じらい). Esta timidez o hajirai se entiende como una categoría intermedia entre la vergüenza y el pecado y se definiría como el sentimiento de inferioridad que se siente respecto a una figura autoritaria (análisis del sociólogo Sakuta Keichi y del crítico literario Tada Michitaro).
Tras varios intentos de suicidio, al menos desde 1930, Dazai Osamu falleció en 1948 al arrojarse al río Tamagawa unos días antes de cumplir los 39 años. Desde muy joven, Dazai había simpatizado con el partido comunista y mientras estudiaba para preparar su entrada en la universidad, escribió algunas novelas de la llamada literatura japonesa proletaria. Muchos de sus escritos son de corte autobiográfico, como por ejemplo Indigno de ser humano. En otros describe el Japón de la ocupación, como en El sol que declina, aunque no siempre lo hace desde la perspectiva de la aristocracia, lo que sí sucede en esta novela.
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Este paseo por la historia de la literatura japonesa muestra que sus raíces son ricas, diversas y complejas. Estas raíces sirven de fuente de inspiración para muchas de las grandes figuras de las letras japonesas de hoy en día, de las cuales hablaremos en otro artículo con el fin de continuar buscando una respuesta a nuestra pregunta: ¿de qué hablamos cuando hablamos de literatura japonesa?
Silvia Herrero Simancas. Licenciada en Periodismo (Complutense, Madrid) y en Estudios Neerlandeses (Universidad de Leiden). Master en Estudios de Género (Universidad de Utrecht). Complementó su curriculum académico con las disciplinas de Estudios literarios y Análisis literario y cultural (Universidad de Leiden). Trabajó como redactora en diversos medios de comunicación españoles hasta que trasladó su residencia a los Países Bajos. Estudia japonés y es amante de la literatura japonesa. En la actualidad enseña español como lengua extranjera y forma parte del equipo de Japonés en la Nube.
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